Discutir en internet
Yo, Neri, discuto mucho por internet. Lo admito. Y la gente que me conoce un poco (en internet) lo sabe. Y será por eso que atraigo a gente que también suele discutir mucho por internet.
Pero hay algo que me diferencia del resto. A mí me divierte. Discutir o debatir boludeces en internet, me entretiene. Y yo jamás me lo tomo personal, jamás me enojo. De hecho, no entiendo a la gente que sí lo toma personal y se enoja.
Discutir o debatir en internet, para mí es como un hobbie, un divertimento. Lo hago porque me parece intelectualmente estimulante. Pueden juzgarme si quieren, mientras me entiendan. Así como hay gente que entra en internet y se divierte creando granjitas, o jugando a las damas en un salón de juegos, o mirando fotos de gatitos. Bueno, a mí me entretiene discutir, es como jugar al tenis o al truco, nada más.
Lamentablemente no me he cruzado con gente que le divierta lo mismo. La mayoría de la gente llegado un nivel del debate, no puede evitar calentarse. Y sí, he hecho enojar a mucha gente a lo largo de los años.
De todas formas no me siento culpable, porque es gente a la que en el fondo le gusta discutir también. Muchas veces, por ejemplo, me han criticado que me gusta seguirla y seguirla y seguirla. Pero siempre esa crítica la recibo de gente que, justamente, le gusta seguirla y seguirla, sólo que les gusta seguirla una vez menos que yo (je). La gente a la que no le gusta seguirla no me critica esto, porque nunca llegan al estadío necesario para enojarse y criticarmelo, ellos ni se enteran que me gusta «seguirla y seguirla y seguirla», porque a la primera ya dejan de discutir. El que me critica eso, y no se da cuenta que él hace lo mismo, sólo puede causarme gracia por la ironía.
Pero reconozco que la culpa es mía, porque el raro soy yo. Que me divierte algo que a los demás los pone de mal humor, porque me hace reír algo que a los demás los enfurece y porque no puedo tomármelo personal y enojarme yo, por más que intente. ¿Qué carajo me importa a mí lo que opine un perfecto desconocido del otro lado del monitor, que vive a mil kilómetros de mi casa y que no me conoce personalmente para nada? ¿Qué importa lo que yo opine sobre Perón o sobre Jesucristo o sobre el color de una página? ¿Y qué me importa a mí lo que opine otro sobre lo mismo?
Además, tengo otro defecto. Juego mucho a abogado del diablo. Yo sobre cada tema tengo doble opinión, la mía personal, basada en mis gustos y mi personalidad e intereses y una genérica. Esta segunda opinión es la opinión que alguien tendría, si mirara el tema desde afuera, si escuchara ambas partes y si se pusiera a imaginar otros contextos en los que el tema sería distinto. Una visión que admite que muchas cosas que opinamos, tienen un contexto cultural en el que estamos metidos. Yo, Neri, opino A y no B, porque soy un humano, del siglo XXI, hombre, joven, argentino, ateo, etc. Bueno, cometo el error de presentar a los demás esa opinión y no la mía personal. Mi intención es hacerlo ver al otro que hay más que negro y blanco, presentarle nuevos enfoques. Pero siempre parece a los demás… que estoy contradiciéndolos. Ellos afirman A, yo les digo que hay otras letras, y ellos piensan que estoy diciendo B. Me pasa siempre, por jugar a abogado del diablo.
La gente no me entiende. ¿Cómo puede divertirme discutir? ¿Cómo es posible que no me termine calentando con las pelotudeces que dice el otro o los insultos que me dice?
Bueno, para empezar… sirve relativizar, poner en contexto. Ver la discusión en la escala que corresponde. O sea, verlo todo desde afuera. Darte cuenta que realmente no es importante tu opinión inexperta sobre física cuántica o macroeconomía o política o religión. Darte cuenta de que estás en un foro, en twitter, no estás en las Naciones Unidas. Nada, absolutamente nada va a cambiar luego de que vos des tu opinión en un foro. Los políticos van a ser los mismos de siempre, la Religión va a seguir igual y la física, bueno, evidentemente no va a cambiar. Ni siquiera va a cambiar la opinión del otro, del que no opinaba como vos, va a seguir opinando igual que al principio. Y se los digo yo, que soy experto discutidor, el 99,9% de las discusiones terminan igual que como empezaron. Pocas veces tuve el privilegio de ver a alguien cambiar de opinión luego de una discusión en internet, y de esas veces, muchas menos fueron los casos en los que lo admitieron públicamente. Y la persona con la que discutís, no te conoce, sólo sabe de vos que opinás lo contrario que él sobre un tema en concreto. Se olvida que en muchos otros temas, opinás igual que él. Si me enojo a alguien porque en un foro dice que A es mejor que B, si lo insulto, si le agarro bronca, si pienso que es un asco de persona… ¿cómo tengo que reaccionar cuando alguien me haga algo realmente grave como meterme los cuernos, robarme, traicionarme, intentar asesinarme o cosas así? En proporción, tendría que agarrar una bazooka y reventarlo a cohetazos. Yo tengo un perfecto control de mis grados de enojo, y reacciono en proporción a la situación, no reacciono siempre igual de agresivo. Y en esa escala, reconozco que una discusión en un foro, sobre un tema superfluo… es algo que ni debe afectarme en lo más mínimo.
Para seguir, también sirve ser humilde (aunque en la discusión no te lo demuestres). Saber por ejemplo que ni vos ni el otro son expertos en el tema, y que te podés equivocar. Es más, asumir que seguramente a lo largo de la discusión te equivocaste en varias cosas. Darte cuenta que simplemente somos dos personas intercambiando pareceres sobre un tópico. Además, yo sé que lo que llamamos «mi opinión» muchas veces es sólo una repetición de la opinión de otra gente a la que escuchaste antes. A mí me pasa que cuando discuto sobre un tema X, del otro lado leo muchas frases prearmadas más que pensamientos genuinos de ese individuo. La gente no da su opinión original, salida de sus cerebros, sino que mayormente repite opiniones que leyeron previamente, opiniones de expertos principalmente.
También ayuda ser paciente. Hay que tener mucha paciencia para recibir insultos tras insultos y no enojarse uno. Yo comprendo que estás enojado, y te perdono lo que me estás diciendo. Pero para mí ya perdiste, te enojaste y perdiste, gané yo. Fin del juego. Ahora sólo sos un perro rabioso, un orangután gritón, un neardental que emite sonidos guturales sin sentido. Y te perdono, te comprendo, te entiendo como entiendo que un perro enojado muerde, porque es un perro. Y ya no quiero jugar. Me aburriste cuando te volviste irracional. Volvé cuando te calmes.
Yo prefiero discutir ideas, no personas; como dice la popular frase. Pero si la cosa se pone acalorada, me la banco, y puedo tranquilamente acribillar al otro a puro ad hominem sarcásticos y ocurrentes. También es divertido ironizar sobre la persona, tanto como es divertido ironizar sobre sus ideas y creencias. Pero generalmente es en esa parte en la que se pone jodida la cosa, ahí es donde la gente no sabe jugar y se termina encabronando. Una lástima, porque a mí también me divierten mucho las ironías que recibo, la gente a veces es condenadamente creativa a la hora de insultarte personalmente. Me han dedicado insultos geniales más de una vez.
Y finalmente, porque discutir es divertido. Lo veo como una competencia deportiva, sólo que en vez de patear una pelota, hacés gala de tu intelecto. En una discusión demostrás tu creatividad, tu capacidad lógica, tu picardía, tu ingenio. Si la discusión se pone picante, demostrás tu creatividad a la hora de crear ironías, usás tus capacidades deductivas, inductivas y tu capacidad de pensamiento lateral. Y así como la gente es capaz de ir a jugar al pool, perder por goleada y aún así luego terminar tomando cerveza con el contrincante, yo puedo hacer lo mismo luego de discutir sobre el nuevo diseño de una página web, o sobre machismo o sobre religión.
Pero así también como hay gente que te odia sólo por usar una camiseta de otro color, o ir a misa el sábado en vez del domingo, gente que es capaz de hacerte daño sólo porque tenés distintos gustos sexuales o porque naciste en otro país… así también hay gente que te odia por tu opinión sobre la consola de linux.
A mí me divierte, como me divierten otros desafíos intelectuales, diferentes del debate y la dialéctica. Por ejemplo, me divierte resolver acertijos y problemas, jugar una aventura gráfica o jugar al ajedrez.
Y yo soy así en la vida real también, sólo que la gente me da menos bola ahí. En internet parece que atraigo a la gente con ganas de discutir y enojarse por un tópico sin importancia, pero en la vida real mis amigos y conocidos se aburren más rápido y entonces no discutimos tanto. Pero me ha costado mucho entender a la gente, entender a esas novias que se enojaban y me hacían un escándalo por un chiste o porque según ellas miré a una chica en la calle y no estaban de humor para escuchar mis teorías sobre la fidelidad y los fundamentos evolutivos de los celos. Me costó entender a mis hermanos, que tienen temperamentos súmamente explosivos, y que son capaces de crear la tercera guerra mundial por quién se comió la última lata de picadillo. Me costó, y me cuesta, darme cuenta cuando un amigo se infló las pelotas de mis constantes chistes irónicos, o cuando aburrí a alguien con mis innecesarias sobre-explicaciones de sabelotodo. Entender que a la gente la irrita que los corrijas, aunque sea algo pequeño y sin importancia.
Me costó aceptar que la gente no ve las discusiones y los debates como un juego. Que sólo yo lo veo así.
Discutir en internet, para mí, es como jugar al ajedrez. Y que la otra persona se lo tome a mal, esa parte no es mi culpa.
De hecho, por cómo soy yo, nunca llegué a entender a la gente que se enoja tanto por una discusión en internet. Así como no entiendo al que se enoja por el tránsito y se baja del auto a meterte cinco tiros, o el que se enoja porque digas que un equipo de fútbol es mejor que otro.
Pero suelo ver gente muy enojada en internet. En especial en foros y twitter, no tanto en facebook y otras redes sociales. Será porque twitter lleva a descargarse las broncas, será porque twitter lleva, debido a la brevedad, a las malas interpretaciones constantes de lo que leemos que dicen los demás, será porque ahí en 140 caracteres exageramos nuestras opiniones. Será simplemente porque la gente es más malhumorada de lo que yo imagino y eso explica todo. No sé. Pero a mí me da ganas siempre de invitarles una cerveza, o un helado, o tal vez una cafiaspirina o un calmante (je).
Quizás ustedes puedan explicarme por qué se enojan tanto, así como yo acabo de explicarles por qué yo no me enojo nunca. Y bueno, si llegaron hasta acá abajo en este texto tan largo, aprovecho y les propongo… que se relajen. Que intenten tomarse con calma lo que pasa en internet, lo que leen en twitter y en foros varios. Que le den la proporción que le corresponde y no se amarguen por algo tan insignificante. Y si pueden, que hagan como yo, y se diviertan.