¡Ósculos!
Algunas personas se extrañan por mi costumbre de despedirme diciendo «¡ósculos!» (especialmente en internet) y yo gustoso les cuento lo que significa y lo que significa para mí. Porque además de ser una costumbre personal, tiene una pequeña historia de fondo.
La palabra ósculo, significa beso, es un arcaísmo (o sea, una palabra en desuso) con el cuál me crucé muchas veces en una época en que leía mucha poesía y le tomé cariño. Viene del latín osculum; siendo que «os» significa «boca» y culum es un diminutivo. Algo así como «boquita», un significado etimológico muy gráfico, que expresa perfectamente de qué tipo de beso se trata. Porque no es cualquier beso. Una vez leí que los romanos distinguían tres tipos de besos: El osculum, que se da en la mejilla, beso de cariño y respeto, entre amigos; el basium, en los labios, de amor; y el suavem, que se daban los amantes. Y me pareció genial. Un beso es una de esas cosas que tendrían que tener varios nombres para diferenciarlos.
Suelo decir «yo conozco el poder de las palabras», significando que saber bien su etimología, a veces te descubre todo un nuevo y rico significado. Y «ósculo» es sólo un ejemplo de ese interés que me despiertan las palabras y su origen, su significado más profundo y la historia que hay detrás de ellas.
Para mí, despedirme de un amigo o amiga, diciendo «ósculos!», tiene un pequeño significado íntimo oculto; es no sólo una forma personal de buscar un detalle original a la hora de despedirme, sino una forma de decirte que te quiero, que te respeto y te considero un/a amigo/a valioso/a. Es mi manera de decir en una sola palabra cosas como «me gustó pasar este tiempo con vos» o «me encantó charlar con vos».
Y así también, sé dar de vez en cuando de los otros tipos de besos, respetando su significado y su esencia, como aquella vez que titulé un poema «Suavem» o esa otra ocasión en que un beso amistoso en la mejilla se convirtió en algo más.