Amistad 2.0
Dicen los que saben que hubo un cambio en Internet en los últimos años con respecto a cómo se hacían las cosas durante los 90. En 2004 se empezó a usar la expresión “web 2.0″ para referirse a estos cambios. Nuevas costumbres, nuevas tecnologías, nuevas maneras de hacer lo mismo de siempre.
Pues yo tengo la teoría de que lo mismo pasó, en tan corto plazo, con la manera de relacionarnos con nuestros amigos. Porque me pongo a pensar y nada se parece a la vida de los 90. No sé si me estaré poniendo viejo o qué. A esta teoría la denomino “Amistad 2.0″ y para demostrarlo, les voy a contar cómo era mi vida en 1997 con mis amigos de aquel entonces y cómo es mi vida y la de muchos ahora en 2009.
Para empezar, yo tenía sólo cuatro amigos. Ni más ni menos. Y todos ellos eran de mi colegio, o de mi barrio. La cercanía era tal, que no nos unía un hobbie o algún gusto que compartiéramos, lo que nos unía era que nos sentábamos todos en la misma parte del aula. Si me hubiera sentado junto a otra ventana seguro al menos uno de esos cuatro no hubiera sido mi amigo. Entonces remarco, amistad 1.0 = cercanía. La nueva amistad del siglo XXI no tiene en consideración esas barreras, al menos no a ese nivel.
Ahora además de esos cuatro amigos, que viven en mi ciudad natal a 700 km de distancia, tengo en el msn unos 50 contactos en el grupo “amigos”, y otros 100 en los grupos “compinches”, “colegas”, “conocidos”, “nos vimos una vez”, “¿y estos quienes carajo son?”. Gracias a twitter y facebook la cosa empeora. Antes la palabra Amigo era algo que no le decías a cualquiera y se escribía con A mayúscula. Hoy tengo unos 300 “amigos”, que se escribe en minúsculas y entre comillas, lo cual dice mucho. Ser amigos significaba haber compartido muchas aventuras juntos, mínimo 10 aventuras. Hoy significa sigue significando eso, pero también significa que nos taggearon en la misma foto de una fiesta de 200 personas a la que entré de colado porque conozco al de la barra. Pero si estamos en la misma foto, ya somos “amigos”.
Y sobre las fotos, antes cuando salías con tus amigos no llevabas cámara, a menos que la salida sea a las Cataratas o a Carlos Paz. Y el condenado rollo tenía que durar todo el viaje. Ahora vamos al pub de acá a la vuelta y todos llevan su digital o la del celular. Antes te quedaba de recuerdo una única foto pero era preciosa, se merecía ser ampliada y encuadrada; o salía mal y la cagaba directamente. Hoy tenés 300 fotos y ninguna vale la pena. Las del celular salen todas oscuras y las de la digital, perdieron esa “magia”, ese sentimiento de “tomarse una foto con los amigos es un momento especial”; es por eso que en todas salimos haciendo caras tontas o mirando para otro lado. ¿Quién tiene tiempo para esperar el flash?
Lo bueno es que ahora no tengo que esperar 2 semanas para ver las fotos que sacó un amigo, mandó a revelar y puso en un álbum. Lo malo, es que si no subo todas mis fotos la mismísima noche de la fiesta, a la mañana siguiente recibo una docena de mails quejándose “¿cuándo vas a subir las fotos?”
En 1997 nos juntábamos todos los jueves a jugar al fútbol con una pelota vieja de cuero, en el barro o bajo agua, no importaba. Ahora con mis amigos nos juntamos los sábados a jugar al PES y nos peleamos por el joystick inalámbrico y quién se sienta en el sofá, porque que te toque sentarte en la silla común “es re incómodo”.
Antes uno se guardaba ciertos secretos y lo contaba sólo a su mejor amigo, que te aconsejaba y con ese único consejo te bastaba. Hoy cada vez que una mina no te da bola lo twitteás y una decena de desconocidos te aconseja y vos tenés que promediar esos consejos. Es más, antes si te gustaba una mina le pedías a tu amigo que vaya y hable con su mejor amiga y le saque información. Ahora le pedís a tu amigo que la agregue al messenger o al facebook y te diga qué pone en su perfil. Sabés todos sus gustos y hobbies antes del primer “Hola, cómo estás, yo soy Neri”.
Antes te presentaban a alguien y tiempo después te enterabas que era el hermano de la rubia de la esquina. Ahora podés conocer la vida entera de una persona sin haberla visto jamás realmente. ¿Quién no ha visto en persona a gente de redes sociales o de algún foro mucho tiempo después de conocidos, en alguna reunión. Es que cuando todo esto empezó, conocías a alguien en el ICQ y al toque le decías para verse, ir juntos a algún lado. Porque se sentía extraño e incómodo hablar con alguien “que no conocías”. El concepto mismo de “conocerse” ha cambiado. Antes implicaba haberse visto en persona. Ahora sentimos como algo súmamente normal esta virtualidad. La red de redes nos daba desconfianza, y nos ocultábamos detrás de extraños nicks que inventábamos. Ahora es tan natural que cada vez más nicks se convierten en nombre y apellido, y los avatares, fotos de nuetras caras.
Porque el messenger, skype, etc son responsables de que aún mantengas viejas amistades que ahora están lejos, o hayas conocido gente genial de otros países, otras costumbres y hasta otras bandas horarias que te obligan a trasnochar o madrugar para poder encontrarse. Pero también son culpables de que descuidemos a los que tenemos cerca.
Una vez me pasó insistir a un grupete de amigos de la facultad para que hiciéramos algo ese fin de semana. Ninguno aceptó porque todos estaban “ocupados” o tenían algo que estudiar o trabajaban. Pero luego más tarde por el msn me invitaron a unirme a una partida online de un juego (me da vergüenza admitir que era el TEG). Y yo algo enojado les recriminé que todas esas horas que iban a pasar jugando cada uno frente a su compu, las podríamos haber pasado en algún pub viéndonos las caras. Porque créanme, teclear ROFLMAO jamás será igual que realmente reírse hasta no poder más junto a un amigo.
Es que ya sentimos como normal tener amigos con los que chateamos a diario y nos cuentan su vida entera… pero te ponés a pensar y hace 4 meses que no lo ves. Tengo amigos con los que entre la llamada gratis del celular, el skype, la webcam, el messenger y facebook pareciera que vivimos juntos en una gran comunidad hippie. Y entonces cuando por fin logramos juntarnos en la casa de alguno… ¡no tenemos nada para contar!
Por eso es que me molestan tanto este tipo de conversaciones de messenger:
(19:10:38) amiga: Holis! (19:10:52) yo: Hola, cómo estás? (19:11:17) amiga: Bien, vos? qué se cuenta? (19:11:21) yo: nada. Vos? (21:34:26) amiga: nada.Si hasta para ir al cine se complica. No porque esté caro (que lo está) sino porque la respuesta a una invitación de este tipo es siempre “ya la vi”. Esa hora y media que antes se compartían con amigos (y un montón de nenes maleducados, adolescentes gritones y minitas que se ponían a charlar en los asientos de al lado) ahora cada uno la pasa en su casa solo, frente al monitor de su PC o el televisor de 32”. Antes salías de la sala y hablabas 2 horas de lo que te pareció la película, ahora te tenés que crear un usuario en algún foro de cine, donde realmente a nadie le importa lo que opinás. Definitivamente, no es lo mismo.
Pero bueno, no son todas pálidas. En la era de la amistad 2.0 es casi imposible sentirse solo. Encontrar gente que comparta tus gustos, hobbies e ideas es tan sencillo como usar un buscador o entrar en un foro. Vos que creías que eras el único en el mundo al que le gustaba coleccionar la pelusa de tu ombligo. Pues no. La red nos permite sentirnos comprendidos, parte de algo, de lo que sea.
Lo ideal sería buscar lo mejor de ambos mundos, salir a pasear con los del foro de numismática, ir a visitar a ese amigo de México que conociste gracias a un ReTwitt. Googlear eventos interesantes (para vos) en tu ciudad. Agregar al facebook a todos esos viejos y añorados amigos de la primaria. Compartir las fotos de tus vacaciones con la tía que te crió o el primo ese con el que jugabas a la bolita.O escribir un post en tu blog sobre la amistad 2.0, para charlar sobre el tema con todos tus amigos virtuales.