… vos que sos informático

Como decidí darle un toque más general y también más personal a este blog, me permito contarles esta pequeña anécdota.

El karma de ser informático, que sufrimos los informáticos y también los que saben algo de computadoras o no saben pero trabajan con una (por ejemplo, diseñadores)

El otro día me cruzo con un vecino y lo paro para preguntarle por otra vecina, que estaba muy enferma por culpa de un cáncer. «Murió» me contesta; y me deja perplejo. Yo le pregunto por qué no avisaron, cuándo y cómo había sido. Quería saber más. Y su respuesta fue, sin exagerar, les juro, la siguiente:
«Fue el sábado pasado, no avisamos porque su última voluntad fue que no le hagamos velorio ni nada. Una lástima, vos sabés que tengo un problemita con el messenger, que le hago click en el botón ese para ver mis mensajes y no pasa nada, ¿qué podrá ser?»
Se imaginarán, casi lo boxeo al viejo. Encontré semejante cambio de tema tan ofensivo (para la difunta y para el informático) que me quedé petrificado. Era muy bizarra la situación, había entrado a la Dimensión Desconocida Informática y nadie me había avisado.
«Bueno, venite un día y hago empanadas y lo ves. ¿Cuándo podés?»
Encima me quería comprar con dos empanadas y, como siempre, demandaba que dejara todo en mi vida y me dedicara a su importantísimo problema del messenger.
Indignado, ni le contesté y seguí caminando. Pensando en la pobre «vieja del octavo».
Entré al kiosco y estaba el kiosquero con el que suelo hablar de vez en cuando y el peluquero de la esquina.
Les cuento lo que me acababa de pasar. Cómo el vecino había sido tan insensible y cómo, por ser «informático» esas situaciones me pasaban con mucha frecuencia, que la gente ni me saluda, directamente me preguntan cosas sobre computadoras. Le pregunto en broma al peluquero si a él también lo paraban en la calle para pedirle recomendaciones de cortes de pelo o qué shampú usar. La respuesta fue:
«¿en serio? ¿sos informático? Vos sabés que le quiero comprar a mi hija una de esas computadoras (y me hace un gesto con las manos indicando la forma de una notebook) ¿son caras? ¿cuál me recomendás?»
Yo no sabía si reír o llorar. El boludo no entendió de lo que me estaba quejando, de que me hagan justamente eso. O lo que es peor, escuchó la palabra «informático» y no le prestó atención al resto de mis palabras.
Para colmo, cuando le dije qué notebooks le podía ofrecer yo, me dijo que no, que la iba a comprar en Garbarino o no sé dónde. O sea, quería que lo aconseje, gratis, para ir a comprarle a la competencia.

Un día más en la vida de un informático.

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