Discriminación

Sé que no vengo de otro planeta, aunque más quisiera yo. Sé que nada me diferencia de cualquier otra persona. Pero hay veces que, les juro, no entiendo a los humanos.

Una de esas situaciones en que me siento de otro planeta, es cuando intento comprender en qué consiste la discriminación.

Entiendo de qué se trata. El «qué». Entiendo el mecanismo y funcionamiento. El «cómo». Incluso entiendo algunas ventajas aparentes que parece que beneficiarían al que discrimina. El «para qué». Entiendo el origen histórico de la discriminación. El «por qué». Lo que no entiendo es que todavía exista.

Los humanos del siglo XXI no aprenden una simple lección, o que al menos a mí me parece tan simple: a no discriminar… a nadie.

Aprendieron a no discriminar a las mujeres. En algún punto se dieron cuenta de que eran iguales a los hombres, parte de la misma especie, con las mismas capacidades intelectuales y físicas. Y por tanto, con los mismos derechos. Y las mujeres pudieron votar de la misma irresponsable manera que votan los hombres. Pudieron trabajar fuera de los hogares y tener vocación. Pudieron iniciar divorcios. Pudieron ir a los mismos lugares que los hombres. Pudieron incluso gobernar.

Aprendieron a no discriminar a los negros. Y en general, que la cantidad de pigmentos en la piel no te hace más diferente que la cantidad de gases que te tiras por año o la cantidad de pelos que forman tu barba. Pasaron de ser esclavos a simples empleados mal pagados como todos los demás. Ya no hay baños para hombres, mujeres y negros. También ellos pudieron votar irresponsablemente como hacemos todos, trabajar, casarse, ir a cualquier lugar e incluso gobernar el país en el que apenas hace 40 años, se disolvía la organización de supremacía blanca, Ku Klux Klan.

Aprendieron a no discriminar a los homosexuales. Se dieron cuenta de que la orientación sexual no te hacía mejor o peor persona. Que el amor no tiene reglas estructuradas y tampoco lo tiene el sexo. Que mucha diferencia no hay entre ser amigo o sentarse al lado de alguien homosexual, heterosexual o bisexual. Ya «puto», «maricón», «gay», «marimacho», «torta» están dejando de ser insultos. Aunque falte camino por recorrer.

Aprendieron a no discriminar a las personas de otras religiones, en especial los judíos. A lo largo de los siglos pasamos de quemarlos en hogueras al [ecumenismo|toda iniciativa que apunte a una mayor unidad o cooperación religiosa]. Pasamos del exterminio a la integración. De la conquista y «evangelización forzada» a la diversidad religiosa-cultural. De la hoguera a la tolerancia.

Aprendimos a no discriminar a los extranjeros. Ahora sólo los estafamos cada vez que podemos. Y ellos nos estafan a nosotros cuando nos toca ser visita. Pero ahora, mientras que no intentes quedarte a vivir en mi país ilegalmente y a robarte el puesto de trabajo que me pertenece por derecho, pero que jamás aceptaría trabajar de eso, está todo bien. Puedes trabajar en mi empresa, cogerte a mi hija, y tal vez, quedarte a vivir entre nosotros si aprendes nuestro idioma y te adaptas a nuestras costumbres.

Y podría seguir con los ejemplos. Hay más, desde la esclavitud, o incluso antes con hipotéticos homo sapiens cazando y exterminando neardentales, hasta hoy día, pasando por el derecho divino de la realeza y la nobleza contra los simples lacayos, o los rubios de ojos celestes y los morochos de tez oscura, los ricos y los pobres y sus clases sociales con alambrado y barrio privado o villa de emergencias. De a poco vamos aprendiendo las lecciones, aunque en cada caso encontremos ejemplos de los que no quieren aprenderlas. Aunque todavía queden machistas, xenófobos, racistas, antisemitas, homofóbicos y clasistas. Aunque haya otros países, aparentemente lejanos, con otras costumbres donde la situación esté peor y parezca 30, 50, 100 ó 1000 años atrasada. A pesar de todo, vamos aprendiendo cada una de las lecciones de no discriminación.

Pero lo que no entiendo es por qué no damos el siguiente paso obvio, aprender la lección completa de no discriminar. Sé que es cultural, y que por haber nacido donde nací y en la época en la que nací, pienso como pienso. Pero en esta época y este lugar, no entiendo por qué todavía no llegamos a la obvia conclusión de simplemente, no discriminar. Pareciera que todos somos víctimas de algún tipo particular de discriminación y a la vez, victimarios de otros. Veo sudacas discriminando mujeres. Mujeres que trabajan discriminando a hombres que prefieren llevar su hogar y educar a sus hijos. Veo negros norteamericanos apedreando mexicanos. Personas cultas actuando ante otras menos educadas, como si tuvieran una enfermedad contagiosa. Veo judíos que no quieren que sus hijas se casen con cristianos. Y bueno, veo cristianos que no entendieron una mierda de lo que Cristo les enseñó. Veo gays discriminando a travestis. Veo gordos discriminando a feas. Veo argentinos que son discriminados en Europa, discriminando bolivianos. Veo discriminación inversa, esa en la que los miembros de una minoría, estando en conjunto, maltratan a un miembro de la mayoría. Inmigrantes atacando a una chica oriunda del país en el que ahora viven. Veo pobres golpeando a un nene rico sólo porque pasaba por donde ellos consideran su territorio.

Y no entiendo nada.

¿Tan difícil es aprender la lección? «No discriminar». Punto. Todos somos iguales y a la vez, todos somos diferentes. Miles de detalles me hacen distinto de vos o cualquier otro, y billones de detalles nos hacen idénticos. Todos nacimos en el mismo planeta indivisible. Todos somos miembros de la misma especie, y aunque no lo creas, de la misma raza. Todos amamos y disfrutamos del sexo. Todos nacemos de la misma forma, y morimos de la misma forma. No hay clases. No hay niveles. No hay escalas.

Es que no lo entiendo.

¿Tan difícil es aprender la lección? ¿Es necesario que discriminemos a los clones? ¿Que persigamos a los mutantes? ¿Que esclavicemos a los robots sensibles? ¿Que invadamos, conquistemos y exterminemos a los extraterrestres? ¿Que no le reconozcamos sus derechos a las Inteligencias Artificiales? ¿Que impidamos que vivan entre nosotros los humanos sin mejoras genéticas? ¿Que les neguemos el casamiento a los hermafroditas? ¿Que critiquemos a las madres que no seleccionen a sus hijos del catálogo? ¿Que consideremos que los telépatas no pueden votar? ¿Que los homo sexis que creamos en los laboratorios de genética sólo sirven para satisfacernos sexualmente y les prohibamos elegir otra carrera? ¿Que no permitamos que los reptiloides estudien en nuestras escuelas con nuestros hijos? ¿Es necesario que encerremos a todos los insectoides en un guetto en Sudáfrica? ¿Acaso no es el amor entre un ser virtual y uno físico igual que el amor entre dos seres reales? ¿Existen realmente diferencias entre un humano de la Tierra y uno nacido en Marte u oriundo de Europa?

¿No podemos saltearnos todo eso y aprender ahora mismo la lección?

Sentirse parte de un grupo no es malo. Al contrario, tiene muchos beneficios. Pero no es excusa para hacer daño a los que no están en él. Está bien que estés orgulloso de haber nacido en tu país. Está perfecto que te exciten las mujeres. Está bien que seas varonil, incluso un gran macho. Excelente que armes una comunidad donde compartir tus creencias. Estás en todo  tu derecho de vivir en un barrio de casas iguales a la tuya.

Pero no lo uses como excusa para liberar tus más primitivos instintos de destrucción. No ataques, no niegues la entrada, no impidas, no quites, no violes, no asesines, no rompas, no masacres, no hieras, no prohíbas, no encierres, no quemes, no cuelgues, no esclavices, no robes, no profanes, no dividas. No discrimines… a nadie y por ningún motivo.

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